Solía estar obsesionada con el aspecto de mi cuerpo, constantemente hacía dietas o retos de fitness, pero nunca sentía que fuera suficiente. Hasta que hace 3 años dije BASTA.

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Me interné en un centro de recuperación de trastornos alimentarios y mi vida dio un giro de 180 grados. Fue la primera vez que aprendí sobre la autocompasión, la autoaceptación y empecé a sanar mi relación con la comida y el cuerpo. Desde entonces mi propósito se hizo claro, quiero ayudar a más mujeres a aceptarse plenamente como son ahora, no cuando pierdan x cantidad de peso.